No es muy conocido que las dos mayores joyas arquitectónicas de Ronda comparten un suceso trágico en sus orígenes. Tanto el Puente Nuevo sobre el Tajo de Ronda, como la Plaza de Toros sufrieron sendos derrumbes de consecuencias mortales. Ambos monumentos fueron construidos en el Siglo de las Luces, la época de las Revoluciones en Europa, y ellos mismos constituyeron una revolución para Ronda configurando su imagen definitiva y posibilitando el desarrollo y crecimiento de la ciudad.
En 1735 se construyó en Ronda un puente que comunicaba ambas márgenes del Tajo y permitía la expansión poblacional hacia el Llano del Mercadillo. Dicho puente estaba concebido con una solución estructural elegantísima consistente en un sólo arco de 35 metros de diámetro que apoyaba en ambos extremos del barranco. Se tardó solamente ocho meses en construirlo pero se derrumbó a los seis años de su inauguración. Los cimientos en el macizo rocoso se conservan intactos junto al puente actual, si bien ocultos en parte por la vegetación del Tajo. No obstante, si se es observador, se puede ver dichos estribos, aguas arriba, además de algunos restos y escombros en el fondo del río.
Sin embargo, la reposición de este puente era imprescindible para la ciudad y en 1751 se reemprendieron las obras que esta vez, por problemas de presupuesto, tardaron casi cuarenta años en terminarse, con numerosos modificados de por medio. El ingeniero militar aragonés José Martín de Aldehuela fue el Director final de las obras y el 4 de noviembre de 1787 se abría el paso franco a través del Puente y en 1794 quedaba rematado con la construcción del acueducto de la Hidalguía. Comenzaba a desarrollarse la Ronda moderna, la del Llano del Mercadillo, correspondiente a la zona céntrica actual.
Y en ese Llano del Mercadillo es donde la Real Maestranza de Caballería de Ronda construyó un nuevo y magnífico coso para el ejercicio y los juegos de toros. Las obras se comenzaron el 1770 y se celebró el primer festejo el día 11 de mayo de 1784, poco antes de rematar la obra, para homenajear al Infante don Gabriel. Sin embargo, se produjo un desprendimiento de los arcos de uno de los tendidos como consecuencia de la aglomeración de gente que se apiñó empujando las columnas en las cuales no había fraguado aún la argamasa. El anecdotario dice que las columnas fueron desplazadas por soldados en protesta por el mal ganado que se presentaba. No sé si será cierto pero hay cosas que no han cambiado... lo digo por el ganado.
El caso es que entre heridos y muertos se llegó casi al centenar de victimas y hubo serios enfrentamientos entre los maestrantes y el corregidor de la ciudad con motivo de la continuidad de las obras. Finalmente se terminaron en mayo de 1785 y pasaron la pertinente inspección. Hasta hoy.
Fuentes:
Historia de Ronda, Juan José Moretti
La Historia de Ronda en versos, Juan A. Ordoñez
Ronda en el siglo XVIII, Pedro Sierra de Cózar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario