Escribo esta entrada sumido en la consternación e impotencia que dos noticias recientes me han provocado. Se trata de dos sucesos que se han producido en nuestra ciudad y que evidencian una desaprensiva y brutal falta de sensibilidad por parte de sus autores, desgraciadamente desconocidos.
Por un lado, se han localizado numerosos agujeros y excavaciones en las ruinas de Acinipo, Ronda la Vieja, donde los expoliadores se habrán hecho con objetos metálicos -pulseras, agujas, monedas- para comerciar con nuestra cultura y pasado.
Por otro lado, se ha producido un incendio, presuntamente provocado, en la Casa del Rey Moro. En él han sido afectadas un par de estancias del edificio histórico del siglo XVIII. Tanto si se trata de una gamberrada navideña, como si se trata de algo más oscuro, el caso es que constituye un episodio más en la nefasta y truculenta historia de un lugar tan singular como este.
Parece mentira que en una ciudad como la nuestra, en la que se respira la historia, las autoridades y los ciudadanos permanezcan impasibles e indiferentes ante un expolio y un abandono lacerantes que afectan a la esencia misma de Ronda.